lunes, 21 de junio de 2021

Familia, bendito tesoro

Este pasado domingo, 20 de junio, tomaba la comunión mi sobrina Adriana. Fue un día muy especial y lleno de emociones. 


Emociones porque después de muchos meses podíamos reunirnos toda la familia, a excepción de mi hijo Pablo que está en Madrid con los exámenes finales de la Universidad.


Emociones porque pude comprobar "in situ" la evolución de mis sobrinos Javier y Emma. Que educación. ¡Qué saber estar para su bisoña edad! Y todo gracias a una madre, Desi, mi cuñada, que está realizando un trabajo épico para inculcarles unos valores de los que su padre, mi hermano, estaría orgulloso (y lo está, allá en el cielo).


Ver a mis padres orgullosos de nosotros, de sus hijos, yerno, nueras, nietos... Verlos felices. Contentos. Sanos. Fuertes. No se puede explicar con palabras.

Emociones de ver a los padres de la protagonista del domingo relajados. Mi hermana, guapísima por cierto, pudo disfrutar de nosotros, los suyos, al tiempo que mi cuñado también lo hizo, con el acicate de tener a su familia también reunida, algo que nos alegró a todos ya que también hacía mucho tiempo que no nos veíamos.


Emociones de ver a mi hermana Moni y mi futura cuñada más enamoradas que nunca. ¡Qué bonito es el amor, y que feliz me siento de ver como Vane hace feliz a mi hermana! ¡Cuñada, me has ganado. Eres una persona maravillosa!

Emociones de ver a mi hermano Víctor disfrutar. De verlo como él es, un ser con mucha luz y una persona maravillosa. Siempre inmortalizado el momento con su cámara. ¡Qué orgulloso estoy de ti, carajo!


Emociones de que mi mujer pudiera dejar por unas horas su mente lejos de los problemas familiares. De poder estar con todos, interactuando, riendo, feliz... Y yo encantado de ello.


Y por último la protagonista del día: Adriana. Siempre con una sonrisa en su hermosa cara. Que había que posar para una foto, pues lo hacía una y cien veces si hacía falta. Y sobre el peque, pues poco puedo decir porque prácticamente ni lo vi, y eso es síntoma de que disfrutó con sus cinco añitos. ¡Carlos, ni un beso pude robarte, pero te lo perdono!

Y este es el resumen de un día inolvidable que espero que pronto se pueda repetir, porque no puedo estar tanto tiempo sin sentiros tan cerca, de ver vuestras sonrisas (a pesar de las mascarillas), de bromear, de recibir esa energía que de verdad necesitaba después de unos días difíciles y complicados.


Familia, sois los mejores y os amo incondicionalmente. Y para finalizar como no hacerlo como lo suele hacer mi hermano: ¿Y la L? Salud. 

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