Pancho Varona es la mano derecha de Joaquín Sabina. Lleva 40 años junto a él y entre ambos han compuesto más de 100 canciones.
Pero además del maestro jienense, Varona ha tenido la ocasión de componer para artistas de la talla de Ana Belén, Luz Casal o Ana Torroja.
A Pancho Varona le une un vínculo especial con Alicante, y más todavía con Villena, donde tiene familia. Estos días anda por tierras levantinas y nos ha concedido esta amena charla. Esto es lo que nos ha contado.
Ruta 52, Pancho Varona, Viceversa... ¿Sigues disfrutando en el escenario como el primer día?
Por supuesto que sigo disfrutando cada día al subirme a un escenario. Tengo la suerte de hacer lo que me gusta y lo disfruto y lo respeto mucho.
Te hemos tenido por tierras alicantinas. Sé que eres amante del mar. ¿Qué te atrae de la provincia?
Tengo relación con Alicante desde siempre ya que cuento con familiares en Villena: los Varona de Villena. A parte, recuerdo cuando mi padre, que falleció cuando yo tenía 8 años, nos llevaba a mi madre y a mi hermana a Alicante. Recuerdo la Explanada y ese suelo tan peculiar que hace ondas, y esa horchata tan buena. Tengo algo con esa tierra de pequeñito que aún me dura. No lo puedo negar.
¿Sigues invitando al público a subirse al escenario y cantar contigo?
En mis conciertos en solitario no invito a nadie para cantar conmigo y más aún a raíz de la pandemia ya que compartir micrófono y escenario era muy difícil y además estaba prohibido.
Todos tus fans conocen tu beatle manía. ¿Nos vas a sorprender con algo nuevo sobre el cuarteto de Liverpool?
Hemos hecho un grupo llamado "El quinto Beatle" formado por Litus, de la banda de Buenafuente, Virginia Maestro y la periodista Marta García Navarro, además con la colaboración de nuestra manager Esther, y donde hacemos video conferencias y las colgamos en Internet y nos reunimos para hablar de The Beatles, pero en mis espectáculos no hago nada de ellos. Ojalá - sonríe -, pero me da mucha cosa y no son canciones compuestas por mí. Ojalá lo fueran.
El nuevo lema "Pancho va" funciona. Te desplazas a casas particulares, pequeñas reuniones o jardines. ¿Cómo te sientes?
Muy bien. Este nuevo eslogan funciona como un tiro. En tiempos de pandemia donde no podíamos tocar en salas o teatros yo me ofrecía para cantar en el salón de casas particulares, jardines, terrazas… Me sentía súper bien con ellos y mi guitarra ya que de cada casa que visito saco un grupo de amigos. Tenemos amigos en todos los sitios gracias a "Pancho va".
Has cenado con Gabriel García Márquez, compuesto una canción junto al Subcomandante Marcos, has vuelto a recuperar al grupo Viceversa... Cuantas vivencias, ¿verdad?
Estar junto a Joaquín Sabina me ha dado la oportunidad de cenar con García Márquez, de escribir esa canción para el Subcomandante Marcos, de conocer a cantantes, periodistas, escritores, deportistas. Estar con Joaquín me ha abierto muchas puertas y para mí es un placer. Echo la vista atrás y pienso en toda la gente que he conocido y no tengo más que buenas palabras.
Pronto celebras los 40 años junto a Joaquín Sabina. A eso se le llama fidelidad y lo demás son tonterías.
Recuerdo pocos casos en la música española de 40 años juntos ininterrumpidamente. Por ejemplo en el caso de Serrat y su músico Ricard Miralles estuvieron separados unos años. En el caso de El dúo dinámico, creo que también han estado separados algunas veces, por eso nuestro caso es muy llamativo. ¿Es fidelidad? Por supuesto que sí. No tengo palabras para agradecerle los 40 maravillosos años de vida que me ha regalado.
Hace casi 40 años que escuchaste "Pongamos que hablo de Madrid". ¿Qué pasó a raíz de ello?
Esa canción fue la que más me gustó del disco de La Mandrágora. Esa canción me hizo levantarme del sillón. Salir a la calle a buscar un quiosco y comprar la guía del ocio de Madrid, buscar algún bar que se llamara La Mandrágora y lo encontré. Allí actuaba un tal Joaquín Sabina, junto a Javier Krahe porque Alberto Pérez ya no estaba, y esa canción y ese disco me hizo ir a ese lugar como público, ver a Joaquín, admirar su obra y entablar una amistad con él que derivó en que me contratara y comenzar junto a él una carrera larguísima.
Todavía recuerdas tu debut con Sabina. ¿Cómo fue?
Mi debut con Sabina fue un 1 de Mayo de 1982 en una plaza pública de Alcalá de Henares. De ese día no me acuerdo tanto, pero una semana después tuvimos un concierto en el Teatro Monumental de Madrid con Krahe donde convirtieron el escenario como un salón de casa con su mesita, su perchero donde colgábamos los abrigos y lo recuerdo a la perfección. Además, yo era un desastre en aquella época. Ahora, después de 40 años ya he aprendido a tocar la guitarra, a hacer coros, he aprendido más o menos a cantar… Pero en aquella época yo era un capullo - risas -, un capullo que no sabía hacer nada, y gracias a que me contrató Joaquín y no me despidió el primer día aquí estoy hablando contigo.
Habéis hecho muchas canciones y sé que es complicado quedarse con una. Dime tres temas de los que estás orgulloso de haber compuesto.
Complicado. Hay tantas… "Ruido" me gusta mucho. Siempre me ha gustado muchísimo. Por supuesto "La del pirata cojo" por que tiene una gran armonía inventada por mí en toda la estrofa y el estribillo. Una armonía muy siniestra y festiva a la par que muy infantil. Después me quedo con canciones más pequeñas como "Y si amanece por fin", de las grandes canciones me encanta "Peces de ciudad", "Esta boca es mía"... Quedarse con tres es muy complicado.
¿Te sorprende ver tanto público joven en los conciertos de Sabina y en los tuyos?
El público de Sabina es el más inteligente del mundo. Siempre lo he dicho. Teniendo en cuenta esto, las canciones van pasando de generación en generación y sí es cierto que en los conciertos grandes de Sabina, en las primeras filas se concentra mucha gente joven y la gente un poco más mayor se va hacia atrás. Cuando los conciertos son numerados vemos de todo: padres, madres, hijos, abuelos… Es increíble ver como esas canciones pasan de generación en generación y cómo son queridas y recordadas.
Joaquín es un anti redes sociales, pero a ti se te dan muy bien. ¿Cómo lo gestionas?
Las redes sociales son el futuro. ¿Cómo lo gestiono? Junto a mi manager Esther. Hay dos partes, una la de mensajes e interactuar con los fans y otra la promoción y marketing. Yo me apaño muy bien porque me gusta escribir, me encanta ver los comentarios de la gente. En Twitter tengo muchos seguidores y yo sigo a mucha gente, sobre todo periodistas y escritores. Todos los días le echo una ojeada rápida a las redes sociales.
¿Es indispensable ser del Atleti, que te gusten los toros o seas de izquierda para que te guste la música de Sabina?
No es indispensable ser del Atlético de Madrid o gustarte los toros para seguir a Sabina, y si no que se lo digan a mi manager que es anti taurina. No obstante, ser del Atleti ayuda, es más llevadero. La música de Joaquín tiene un tono bastante atlético, no sé porqué. El Atlético de Madrid es rock and roll.
Rozalén, Pablo Alborán, Vanesa Martín, Leiva... ¿Imaginabas hace 20 años que artistas parecidos cantaran temas vuestros?
Es un tremendo honor ver a Pablo Alborán, a Pablo López o a María Rozalén, a la que quiero con locura, cantar una canción nuestra. Es un orgullo para mí. Es una pasada ver a Charly García llegar al estudio de grabación y ponerse a cantar "Es mentira" con nosotros. Pero de entre los nuevos, oír a Rozalén, a Pablo López o a Alborán cantar "Peces de ciudad" es algo bonito y emocionante.
Hace poco se premiaba a Sabina con un Grammy Latino por su trayectoria musical. Digo yo que un pedazito de ese galardón debería ser tuyo. ¿Qué opinas?
Joaquín merece todos los premios sin necesidad de mi ayuda, en absoluto. Yo siempre digo que Joaquín sin mí hubiera sido igual de grande de lo que es. Pero a veces me pregunto: ¿Habrían cien canciones?, que son las que yo he hecho con él. ¿No existirían o serían diferentes? Eso siempre lo pienso. Pero como he dicho, Sabina habría sido igual de grande sin mí porque es una persona excelente y un maestro excepcional. Pero a lo mejor habrían cien canciones que serían diferentes e incluso alguna que no existiría. Ese es el único mérito en mi vida.
Por José Manuel Penadés
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