Me gustaría apuntar que el tiempo todo lo cura, es lo que se suele decir. Pero ese no es mi caso. Hoy hace nueve años que el cáncer se llevó a mi hermano. Tenía toda una vida por delante, pero la pálida dama quiso llamar a la puerta de mi familia y se lo llevó.
Siempre con la partida de alguna persona cercana, es cuando uno enfrenta quizás, los momentos más duros de nuestras vidas. Sin importar cuánto tiempo haya pasado, la cicatriz de esa pérdida parece a veces no desaparecer, y parece ser aún más especial cuando uno recuerda que ya pasó nueve años de su partida.
¡Qué decir...! Han pasado tantas cosas desde tu marcha. Pero tampoco voy a enumerarlas. Lo que sí que es un hecho es que tu árbol crece fuerte, robusto, tal y como tú eras. Nunca nos olvidaremos de ti por el increíble ser humano que fuiste. Sabemos que siempre estarás con nosotros, y ahora sabemos que te tenemos, junto a los que también se marcharon (los tíos, tus padres...), esperándonos donde quieran que estén.
En el noveno aniversario de tu marcha, aún te puedo sentir junto a nosotros. Siempre te recuerdo porque estoy seguro que tú estás cuidándonos como siempre. Y con esa sonrisa, la más hermosa del mundo. Hoy esta página encinta de mi blog trotamundos está triste, aunque a la vez contenta.
Triste por la fecha que es, aunque esto es como San Valentín o el día de la Madre. No hace falta que el calendario esté en rojo, porque no me hace falta un día para que me recuerde que tengo que pensar en ti, ya que lo hago muy a menudo.
¿Qué cómo me siento? Pues vacío, hermano, vacío. 9 años, con sus días y sus noches. Sobre todo, esas noches. Han sido años plagados de sinsabores. Huérfanos. 9 años sin diástole, ni sístole, ni dueño. 9 años en el que el médico sigue sin recetarme pastillas para sonreír. 9 años tercos, injustos, rufianes, taimados, execrables, réprobos, malditos. Unos días antes de que te marcharas, un sábado, estuve contigo. A tu lado.
Te pido perdón porque sé que durante algunos años te fallé. Pero sé que me perdonaste. No dijiste nada. Tu mirada me lo dijo todo. Ahora no tengo ganas de nada, únicamente de ti.
Sabes, tu partida sirvió para hacerme más fuerte a la hora de enfocar la vida, para poner en una balanza lo bueno y lo malo, siempre pesando más lo bueno. Me guías todos los días, llueva, nieve, haga sol o frío. Sigues ahí, a mi lado.
Pero no te preocupes hermano. Lo hemos pasado mal, aunque nadie como tú sabe cómo lo pasaste todos esos meses. Tú y tu inseparable Desi, tu esposa y madre de esos dos angelitos que crecen sanos y con tu recuerdo. Aún así seguimos preguntándonos ¿por qué? Pero esa breve pregunta sigue tanto tiempo después sin respuesta...
Esa puta enfermedad que destruye, que aniquila, que desmorona, que pulveriza se apoderó de ti. Esa enfermedad sigue cobrándose vidas. Seguimos emocionándonos en momentos puntuales. ¿Qué decirte? Ya lo sabes.
Seguimos mirando al cielo en busca de tu estrella, cada noche, una detrás de otra, a pesar de estar apenados por tu ausencia, por tu marcha, por tu carencia, por tu eclipse; pero al mismo tiempo felices por poder recordarte tal y como eras: bondadoso, caritativo, fiel, quijotesco, magnánimo, tierno, afable, generoso.
No quiero recordar esta fecha con tristeza. Quiero recordar este día con una sonrisa. Tu sonrisa... Esa con la que enamoraste a Desi, con la que mostrabas tu lado más maravilloso, y el más benévolo. Sabes que a pesar de no estar en persona estás, claro que estás, en mi pesar, en mi corazón, en mi mente, en mi alma.
Tengo miles de razones para pedirle al viento que vuelvas, aunque sea como una sombra. Tengo razones, millones de ellas, para no querer olvidarte.
El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados y además es el perfume del alma: Sólo se inventa mediante el recuerdo. Además, todos los días tienen unas horas para gritar al filo de la aurora, la falta que me haces. No te digo adiós, aunque hasta las suelas de mis zapatos te echen de menos y los botones de mis pijamas lloren por tí.
Sólo te digo hasta luego. Y sigue sonriendo. Que nunca se apague esa maravillosa, tierna y dulce sonrisa. Te quiero hermano.